domingo, 8 de diciembre de 2013
Manuel Guerra: "La izquierda: Pasado, presente y futuro"
Aporte para el balance de las elecciones del 24 noviembre
Por Manuel Guerra, Dirigente Nacional del PC del P - Patria Roja
Hace poco se presentó el documental “Desde el lado del corazón”, dirigido por Francisco Adrianzén, que constituye un emotivo esfuerzo por rescatar y valorar la experiencia de la izquierda en los años 70 y 80 del siglo pasado; los sueños emancipadores de sus militantes que asumieron con entrega, abnegación y sacrificio la lucha por el ideal socialista, la justicia, los derechos laborales y ciudadanos, la acción democratizadora que significó el decisivo enfrentamiento a la dictadura militar, lo que tuvo como correlato la convocatoria a la Asamblea Constituyente y a las elecciones generales de 1980. Luego vendrían los esfuerzos unitarios que condujeron a la fundación de IU, que pasó a convertirse en la segunda fuerza electoral del país, con importante presencia en el parlamento, gobiernos regionales y municipales, que asimismo respondía a su vitalidad en el seno del movimiento popular.
Contrariamente al espíritu del documental, hay quienes consideran que nada de bueno tuvo la izquierda de esas décadas. Así Marisa Glave en su repuesta al artículo de Antonio Zapata “Dónde está la izquierda”, señala: “Esa izquierda murió. Y ahora nace otra, donde estamos varios que menos mal nunca estuvimos en Huampaní, ni en ninguna otra mítica reunión de esa IU”.
Esta posición negacionista se explica seguramente por la frustración que trajo consigo la debacle de IU, su incapacidad para preservar su unidad en un contexto sumamente adverso marcado por la irrupción de Sendero Luminoso y el derrumbe de la ex Unión Soviética, aspectos muy bien aprovechados por la derecha cavernaria para arrinconar a la izquierda, desarticular al movimiento social y allanar el camino a la ofensiva neoliberal que vino luego.
El colapso de IU se explica por sus propios errores y limitaciones, y también por el entramado nacional e internacional que se tejió en esos años. La izquierda sufrió una derrota de largas consecuencias, principalmente en el terreno ideológico y cultural. No es casual el transfuguismo que sobrevino, ni el abandono de las fuentes teóricas que sustentaban a los partidos, el alejamiento del marxismo, al que, haciendo eco a la presión neoliberal, se consideró obsoleto. De todo ello emergieron sectores enarbolando las banderas de una izquierda “renovadora”, “democrática” que cuestiona a los “partidos tradicionales”, “ortodoxos” de la izquierda, y que tienen como programa máximo la lucha por reformas dentro del capitalismo, asumiendo como inválido el horizonte socialista.
Ciertamente que la izquierda no termina por recuperarse de la derrota sufrida a manos del neoliberalismo. El balance objetivo y desapasionado de la experiencia de IU está por hacerse; no hay otra manera de sacar lecciones, afirmar las experiencias y tradiciones positivas y superar los errores y limitaciones. En este proceso no son útiles ni la autocomplacencia, ni el liquidacionismo, ni el negacionismo. Para nosotros la verdadera renovación no significa abandono del ideal y el objetivo. Nos renovamos para ser mejores, más eficientes y eficaces con el propósito de darle continuidad a nuestro proyecto histórico, que es el socialismo. Esta renovación no se reduce al ámbito generacional; es sobre todo una renovación de mentalidad, de cultura política, de métodos y estilos que han devenido en obsoletos.
Pensar que en los esfuerzos unitarios actuales que están conduciendo a la gestación del Frente Amplio se parte de cero y que nada tiene que ver el peso del pasado, resulta una ilusión. Están presentes ideas, formas, estilos de hacer política de larga data. Algunas de ellas enteramente válidas y que es preciso afirmar; otras que son verdaderas trabas, y por tanto necesarias de superar.
Por otro lado, es un hecho incontrastable la debilidad de los partidos de la izquierda, algunos de ellos sin estructuras de importancia, incluso inexistentes en gran parte del territorio nacional. Otro tanto sucede con el movimiento popular, también debilitado y fragmentado. Así las cosas, el neoliberalismo en el Perú se encuentra en una fase de profundización y consolidación, a pesar de la crisis del sistema político y del desprestigio de sus representantes. Y esto es posible porque la izquierda, junto al progresismo y al movimiento social, aún no logran construir una fuerza capaz de contener y derrotar esta ofensiva del capitalismo salvaje.
En esto precisamente reside el reto de la izquierda: acelerar el proceso unitario en torno a una visión de país, más allá de la coyuntura, contar y difundir un programa alternativo al neoliberalismo, construir el frente sobre bases democráticas traducidas en el criterio de un militante un voto; pasar de una situación defensiva a otra de mayor iniciativa política con el propósito de disputar el escenario, actualmente dominado por la derecha cavernaria, principalmente a través de su poder mediático.
En el presente existen grandes oportunidades y posibilidades para que la izquierda se convierta en la fuerza protagónica, capaz de realizar los grandes cambios que el Perú requiere. Los vacíos que se están generando por la incapacidad y el descrédito de la derecha neoliberal, son posibles de llenar por parte de la izquierda y el progresismo. El futuro es promisorio y hay que verlo con optimismo, pero también con madurez y responsabilidad en cada una de las acciones que realizamos.
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